martes, 25 de enero de 2011

ENSAYO TESIS DOCTORAL

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EL CURRICULUM COMO ESTRATEGIA DE FORMACIÓN EN VALORES PARA LA DEMOCRACIA Y UNA CULTURA DE PAZ

En nuestra sociedad contemporánea los estados han comprendido la enorme importancia que tiene la formación desde la escuela de ciudadanos que puedan relacionarse en un clima de mutuo respeto, tolerancia, libertad, participación social y que además sean capaces de valorar moral y éticamente su contexto sociopolítico. Diversas iniciativas de organismos internacionales han promovido la formación en valores para la democracia como la vía idónea para lograr en los ciudadanos una cultura de respeto y tolerancia, utilizándola como una forma de desarrollar la gestión democrática pero haciendo énfasis que esta debe ser producto de la relación de las instituciones educativas, la nación y las organizaciones sociales comprometidas con los principios éticos de la ciudadanía.

En este orden de ideas, la organización de las Naciones Unidas para la Ciencia y la Cultura (UNESCO:1998) ha expresado claramente que : “La cultura de paz supone ante todo un esfuerzo generalizado para modificar mentalidades y actitudes con ánimo de promover la paz”, así mismo expresa con relación a los propósitos”(…) extensivo también a las escuelas y los lugares de trabajo del mundo entero, los parlamentos y las salas de prensa, las familias y los lugares de recreo”.

Se desprende de esta afirmación que el cambio de mentalidad del ciudadano ha de ser producto de la suma de voluntades de diversos actores en distintos ámbitos, implica la educación formal y no formal en la tarea de construcción de una cultura de la paz que sirva para prevenir la violencia y los conflictos que ella genera. En nuestro país se han institucionalizado algunas de esas iniciativas, incluso los elementos señalados aparecen en la Ley Orgánica de Educación (LOE: 2009) que en su capítulo I referido a los principios y valores rectores de la educación establece que:” Se consideran como valores fundamentales el respeto a la vida, el amor y la fraternidad , la convivencia armónica en el marco de la solidaridad la corresponsabilidad, la tolerancia y la valoración del bien común , la valoración ética y social del trabajo el respeto a la diversidad propia de los diferentes grupos humanos”.

Sin embargo en las instituciones de educación se percibe un creciente aumento de la intolerancia y violencia estudiantil que afecta sensiblemente el normal desenvolvimiento del proceso educativo, agresiones entre estudiantes, a profesores y al ciudadano que transita cerca de las instalaciones escolares solo por citar algunos de los elementos negativos presentes en el accionar diario del quehacer educativo.

De acuerdo a esto, cabría preguntarse si hay fallas en el aspecto pedagógico y curricular que inciden en el desarrollo pleno del ser social, particularmente a edades tempranas en las que los jóvenes son vulnerables y pueden ser fácil presa de conductas inapropiadas incluso delictivas, la violencia es probablemente la mas resaltante y se percibe en el alto índice de homicidios, suicidios y accidentes en jóvenes menores de veinticinco años, tal como lo plantean (Suarez, Avilán, Gabaldón, Acosta, Hamana y Dickson:2007):”Las muertes por violencias en Venezuela han aumentado gradualmente hasta convertirse en un problema de salud pública…”

Por ello urge entonces tomar los correctivos para que hechos como estos no sigan ocurriendo, con acciones planificadas de intervención que deben iniciarse en el sistema educativo, este debe plantearse si responde plenamente a las demandas del entorno social, es decir si es pertinente, si su concepción del modelo está en concordancia con las estrategias y los recursos utilizados y si su diseño curricular realmente está formando un sujeto integral, con profundos valores para la vida en democracia, que sea tolerante y participativo.

Si se considera la necesidad de intervenir en el entorno social para corregir algunos de estos problemas es vital entonces que debe elaborarse y administrarse un currículo que lo considere en su totalidad, vale decir que lo analice con una visión holística, que no se aparte de la realidad y pueda comprendiendo el hecho guiar al sujeto hacia el logro de su bienestar. Para este fin se necesita realizar intercambios de saberes entre diversos protagonistas del hecho social que permita obtener un mapa de las causas de la problemática que no solo se limite a la escuela sino que abarque todo el entorno. Esto implica la apertura de novedosos espacios de diálogo y que las instituciones generadoras del currículo salgan de sus claustros en busca del intercambio de información valiosa para el abordaje de las soluciones, deslastrándose de la comodidad del recinto académico.

La elaboración o construcción de los currícula de esta manera participativa de acuerdo a lo señalado por (León, Molina:2005) implicaría:”(…). al conjunto de sus integrantes en las decisiones más importantes; la confrontación de opiniones, la discrepancia razonada y el respeto a la diferencia, suponen un proceso de aprendizaje y de maduración esencial para quienes se están formando.” Este procedimiento daría fortaleza al producto y al recurso humano involucrado en la solución de múltiples problemas en el ámbito educativo. Con relación a la formación del recurso humano generador de cambios en el sistema educativo que incidiría en la construcción de una sociedad democrática el programa doctoral de la Universidad Fermín Toro( UFT: 2010) expresa que: “(…). Responde a la necesidad de fortalecer el recurso humano investigador, necesario para generar conocimientos útiles que contribuyan a solucionar los diversos y múltiples problemas educativos nacionales, regionales y locales; producir cambios en el sistema Educativo Nacional y construir una sociedad democrática, sostenida en valores que garanticen el bienestar colectivo y la transformación social de la población venezolana”.

Resulta vital para estos fines que las personas internalicen la necesidad urgente de promover cambios al interior de la sociedad, privilegiando la formación desde la edad escolar de un ciudadano responsable con una arraigada formación en los valores de la democracia que pueda ser generador de cambios que permitan frenar la espiral de violencia que sacude a nuestro país, en este orden de ideas la (UNESCO: 1998) afirma: “. Forjar una cultura de paz es hacer que los niños y los adultos comprendan y respeten la libertad, la justicia, la democracia, los derechos humanos, la tolerancia, la igualdad y la solidaridad. Ello implica un rechazo colectivo de la violencia”.

Para ello es necesario llegar a acuerdos de aceptación de las diferentes corrientes de pensamiento, sin discriminación de ningún tipo; particularmente la política en Venezuela en los últimos años ha sido la generadora de violencia verbal, física y emocional. Mientras en la concepción filosófica de la educación formal en nuestro país se postulan los principios y valores rectores de la educación, en el ámbito no formal en el discurso de los diversos actores políticos hay una constante agresión hacia los adversarios que incluye descalificaciones y amenazas a su integridad física y patrimonial.

Esto ha acentuado la crisis sociopolítica y ha ocasionado que la sociedad venezolana se polarice, limitando la posibilidad de crear nuevos espacios de encuentro democrático, de tolerancia, de respeto y de aceptación de la diversidad. Nuestros niños y jóvenes son influidos por estos hechos y reproducen en su desempeño diario muchas de estas manifestaciones, están sometidos constantemente a la manipulación mediática que contribuye al proceso de instauración de la violencia.

De este modo los valores desarrollados en la escolaridad se ven enfrentados en la cotidianeidad por una prédica constante de violencia en la que las posiciones intolerantes limitan la posibilidad de un diálogo constructivo a favor de la instauración de una sociedad más justa y equilibrada. En el subconsciente colectivo es necesario afirmar la posibilidad de que el debate entre posiciones antagónicas puede hacerse sin posiciones rígidas o intolerantes, de aceptación de la diversidad. Es preciso entonces actuar en el medio para entender al sujeto, influir en su formación considerando el contexto en el que se desenvuelve, es decir intervención social en el proceso de construcción y administración del currículo.

Pero este entorno puede estar influido negativamente por el discurso político, incluso en documentos oficiales del estado venezolano se percibe esto, tal como se aprecia en el documento emanado del Ministerio de Educación y Deportes(2004) denominado La Educación Bolivariana que al referirse a la institución escolar y los valores que desarrolla expresa: “La Escuela, espacio para la paz: orienta el desarrollo de los valores de paz, tolerancia, diálogo, convivencia y solidaridad en los espacios escolares y su entorno. Los graves problemas de inseguridad y violencia engendrados por la injusticia social se agravan, producto de desórdenes públicos propiciados por políticos y campañas mediáticas de información. Se articulan acciones, preventivas y de seguridad con organismos e instituciones gubernamentales”

Se aprecia la descalificación hacia un sector de la población y frente a los problemas se opta por endilgar a otros la responsabilidad de lo que ocurre, tratando de librarse de cualquier indicio de culpabilidad en la solución de los mismos. Así vemos como el llamado currículo oculto, es decir aprendizajes que incorpora el estudiante fuera del currículo oficial de manera no consciente afectan negativamente la percepción del entorno social; este término fue usado por Jackson(1968) citado por Kaplún (2001) que lo describe como: “(…).algo que se enseña y se aprende más allá de los contenidos explícitos de los programas educativos y que puede ser tanto o más importante que éstos para la reproducción social. Los sistemas educativos, se afirma, pueden ser tanto espacios para aprender explícitamente geografía o medicina como para aprender implícitamente a obedecer a la autoridad constituida, a aceptar a “la ciencia” como infalible o a concebir a los conflictos como indeseables. Estos contenidos no explícitos de la educación pueden ser tan importantes como los primeros en la formación de las personas y las sociedades”.

Las afirmaciones anteriores nos obligan a plantear la necesidad de una correlación entre el currículo oficial y el oculto que implique un compromiso formal para que el entorno y los medios refuercen el mensaje de la escuela en el ideal de formar ciudadanos aptos para la vida en democracia tal como se establece en el artículo 3 de la Ley de Educación(2009):” La presente Ley establece como principios de la educación, la democracia participativa y protagónica, la responsabilidad social, la igualdad entre todos los ciudadanos y ciudadanas sin discriminaciones de ninguna índole, la formación para la independencia, la libertad y la emancipación, la valoración y defensa de la soberanía, la formación en una cultura para la paz, la justicia social, el respeto a los derechos humanos, la práctica de la equidad y la inclusión; la sustentabilidad del desarrollo, el derecho a la igualdad de género, el fortalecimiento de la identidad nacional, la lealtad a la patria e integración latinoamericana y caribeña”.

Solo será posible lograr estos objetivos si en la tarea de construcción de un ciudadano respetuoso de las leyes y del derecho ajeno se involucra la sociedad como un todo, desechando posturas e intereses personales; desarrollando las acciones necesarias a partir de un plan orientado por un proyecto de enseñanza.

Hacer intervenciones planificadas en el contexto social por medio de acciones consensuadas que estén orientadas al desarrollo integral de las personas, que centren su accionar en la formación de valores de ciudadanía, de vida en democracia, que evite la descalificación, enseñe a ser tolerante y por ello la aceptación del otro con sus diferencias; tendría un efecto renovador de la sociedad al reducirse la posibilidad de aparición de conflictos personales y sociales.

Podría entonces reducirse ostensiblemente los elementos nocivos como la deserción escolar, la violencia y el consumo de drogas para citar solo algunos de los más relevantes. Particularmente la violencia, ha adquirido en los últimos años dimensiones que no se conocían por la intensidad y la frecuencia que ocurren los hechos delictivos que cobran anualmente en nuestro país la vida de miles de personas que en su gran mayoría son jóvenes menores de veinticinco años.

Con la participación de los ciudadanos, se lograría realizar diversas acciones formativas y mediadoras que incidan en el desarrollo de su ser social, que amplíen el horizonte de oportunidades educativas, laborales y de buen uso del tiempo libre. De este modo podría lograrse una disminución notable en los índices de deserción escolar y de criminalidad en nuestro país, incidiendo positivamente en el ahorro por concepto de gastos en salud que tiene el estado venezolano por el tratamiento de las victimas de la violencia, además de crear un clima de sosiego y tranquilidad en el colectivo, necesarios para el cabal desarrollo de la dinámica social.

Hay una demanda creciente de la sociedad venezolana para que el estado solucione los problemas de inseguridad, consumo de drogas y deserción escolar en los jóvenes, para ello se requiere realizar cambios profundos en la estructura y administración del currículo escolar que vaya más allá del discurso político de confrontación y propicie en los educandos una valoración de la vida, del trabajo, de la ética y tolerancia hacia el otro, respetando las opiniones divergentes.

Urge dar respuestas a estas demandas y para ello se necesita del aporte de investigaciones en este campo que orienten a la solución de los conflictos afectivos- emocionales y socio-familiares que afectan negativamente el desarrollo integral de las personas.

En este orden de ideas, esta investigación toma como fundamento diversas corrientes psicológicas, entre ellas el socio culturalismo de Vigostky que centra su obra en la concepción de que el desarrollo de las personas solo puede ser explicado en términos de interacción social que le permiten valorar sus construcciones como paso previo para las elaboraciones mentales que permitan construir un aprendizaje significativo, consecuentemente con la teoría de Ausubel del aprendizaje significativo, en el que plantea que debe haber dos condiciones para ello: que todas las partes del material se relacionen con cierta lógica, es decir que tenga un significado y del mismo modo que sea significativo para el alumno, de ese modo los nuevos conocimientos se incorporan a la estructura mental: considera que las experiencias anteriores constituyen elementos esenciales en el aprendizaje.

Se apoya también la investigación en los postulados de Piaget, relacionados con la construcción del aprendizaje fundamentado en que la capacidad cognitiva de las personas está estrechamente vinculada al contexto social en el que se desenvuelve.

Desde el punto de vista epistemológico se inscribe en las concepciones filosóficas del positivismo que sostiene que el único conocimiento válido es el científico obtenido con la utilización del método científico y con el análisis de los hechos verificados por la experiencia. Así mismo se inscribe en la concepción del Empirismo que niega la existencia de fundamentos científicos independientes de la experiencia como principio del conocimiento, de tal manera que las ideas se derivan de las sensaciones primarias.La investigación corresponde al paradigma cualitativo usado principalmente en las ciencias sociales

La investigación propuesta intenta encontrar las causa del fenómeno de la violencia y proponer de acuerdo a los resultados un proceso de intervención a partir de la elaboración de un currículo contextualizado que responda a la formación plena del ser social de los jóvenes y cree en ellos valores perdurables, que promuevan la cultura de la paz a partir de los aportes y esfuerzos de la sociedad en el afán de cambiar la situación de violencia exacerbada que se manifiesta en todos los órdenes en nuestro país.

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