viernes, 17 de diciembre de 2010

Análisis del artículo “Necesidad de un Nuevo Paradigma Epistémico (Miguel Martínez Miguélez)


Carmen Garrido

Gerardo Otalvarez

Nelson Brizuela

Polito Rodríguez

Prof. Dr. Oscar Martínez

Al abordar el artículo ya mencionado se deja ver la inconformidad por modelos paradigmáticos que fueron satisfactorios en una determinada época, pero que ya no lo son para la actualidad. Se presentan como una explosión que la podríamos comparar con la siguiente metáfora: quedamos impresionados por uno de los últimos accidentes aéreos en los Estados Unidos donde parece que la explosión causada por una bomba muy especial, hizo que todos salieran disparados, casi en pedazos irreconocibles. Si eso fue tal vez una explosión con elementos tradicionales, ¿Qué decir cuando la explosión es atómica? Habría que ir a recoger los pedacitos a miles de kilómetros.

La escena un poco hipérbole, sirve para entender la lógica del conocimiento. Es así que “el modelo de ciencia que se originó después del Renacimiento sirvió de base para el avance científico y tecnológico de los siglos posteriores. Sin embargo, la explosión de los conocimientos, de las disciplinas, de las especialidades y de los enfoques que se han dado en el siglo XX y la reflexión epistemológica encuentra ese modelo tradicional de ciencia no sólo insuficiente, sino, sobre todo, inhibidor de lo que podría ser un verdadero progreso, tanto particular como integrador, de las diferentes áreas del saber”.

En la reconstrucción, o elaboración de un pensamiento, se requiere un proceso que se da a través del tiempo, a través de una hipótesis bien elaborada, un método que oriente analíticamente y universalice la idea acabada para poder encontrar la verdad.

El modelo epistemológico actual por lo que se deduce del artículo en cuestión, tiene un enfoque limitado, reduccionista, dejando a un lado la pluralidad y lo integrador. ¿Ahora serían suficientes los argumentos ya mencionados? No. Todo conocimiento parte del hombre y debe orientarse al bien del hombre. Es éste el dueño de la diversidad de modelos epistémicos que puedan existir o que estuvieran en ese constante devenir. El hombre es el centro, el origen y fin del conocimiento. Es él el poseedor de la razón, que se pregunta el por qué de las cosas e indaga para llegar al conocimiento de las mismas. No obstante, ese conocimiento no debe ser solo inmanente, sino que debe abarcar también lo trascendente.

Es así que la inmanencia, entiéndase (hombre o razón), han hecho que después de la Edad Media suplantara a Dios para colocarse como el centro y hacer que todo gire en torno de ella. De esta manera, si Newton, con su humildad, logró ver más lejos que los demás era porque se había apoyado sobre los hombros de gigantes, refiriéndose a otros pensadores. Tal enfoque hace pensar que las ideas van encadenadas y los resultados en los conocimientos a parte de ser un proceso es el resultado de experiencias unidas a través del tiempo y del espacio.

Diferimos en parte del artículo en querer presentar una serie de recursos disponibles para la adquisición del conocimiento y así subirse sobre los hombres de pensadores eminentes. El planteamiento tiene que sustentarse en la razón, cuyo objetivo está en buscar la verdad, pero ésta sería limitada si no contara con la facultad conocitiva apetitiva como es la voluntad. Ésta acepta el objeto presentado por la razón queriéndolo y luego desde un consejo o discernimiento previo se hace la elección, por esto o por aquello. De esta manera estaríamos hablando de los nuevos genios, nuevos paradigmas o nuevas verdades que se esconden en el horizonte.

Además, se habla de una crisis de los fundamentos científicos, filosófico, pero en definitiva es una crisis de los fundamentos del pensamiento. A esta realidad pudiéramos agregar la subjetividad que ha impregnado los adelantos científicos y técnicos. Esta subjetividad no deja de ser un relativismo moral que quiere arropar a la persona, las estructuras sociales y todo el actuar humano desde una conciencia, libertad o voluntad autónoma.

Bastaría pensar en la eutanasia, la clonación, experimentos con embriones y la misma procreación homologa y heteróloga, que si bien es ciertos son avances de la ciencia, no es menos cierto que no deja de trastocar la esencia de la persona.

Tal vez si la propuesta ecológica, holística, integrador, unificador o dialéctica que se propone tuviera como centro a la persona y la trascendencia, el abordaje epistemológico y científico fuera no sólo ético- moral, sino viable e integrador. En un mundo cambiante, acelerado, globalizado y deshumanizador, se impone la necesidad en la nueva epistemología los principios de humanismo, solidaridad, espiritualidad y convivencia social. Más aún en una cultura que debe dialogar, Ratzinger (2005) afirma: “nei contesti típicamente dialettici- di conversazione comune, politici, giuridici, estetici, anche epistemici- il dialogo é strumento per la scoperta della, o per l´avvicinamento alla veritá. Ció perché, grazie alla técnica dell´elenchos, il dialogo, con il suo percorso, scopre le contraddizioni e reduce l´area dell´errore”. El actual Papa, le da un realce al diálogo como medio de acercarse en la pluralidad de culturas, buscar la verdad en medio de ellas y reducir los errores aun en la epistemología.

Son diversos los métodos que ha recorrido el área del saber a lo largo de toda la historia desde los socráticos, pasando por los teológicos- filosóficos hasta llegar a Descartes, quien en su afán de eliminar todo indicio de conocimiento ya existente, quiere empezar de la nada para elaborar su propia teoría. Igual podría decirse de Martín Heidegger, Kant, con su obra “Critica a la Razón Pura”, hasta Husserl con su fenomenología, etc.

Ahora, si esa ha sido la dinámica del pensamiento en la historia, en la actualidad urge la necesidad de integrar teoría y praxis, actuar y humanismo, epistemología y moral, tecnología y bien estar social, sin descuidar la globalización desde una óptica de la solidaridad y lo tecnológico como elemento integrador. Esta realidad nos lleva a coincidir con Miguel Martínez, al entender la epistemología como “una revolución copernicana, pasando por geocentrismo a un heliocentrismo”. Vista así la epistemología dejaría de ser una asfixia reduccionista, para abrir paso a lo coherente e integrador, para ir en búsqueda de una ciencia universal e integradora y transdisciplinaria.

No podemos obviar que el planteamiento arriba mencionado, tiene que pasar por la persona, descubriendo la más celebre y admitida definición de Severino Boecio por los años 480-525. Valverde (2002), “Persona est naturae rationalis individua substantia”. Es decir, persona es la substancia individual de naturaleza racional. Cualesquiera que sea el abordaje epistemológico, tendrá siempre que tener en la centralidad a la persona, porque es ella la de la facultad cognoscitiva racional y será ella en definitiva la que podrá ser cocreadora, pues con la razón y la mano, es capaz de transformar el hábita y hacerse partícipe con nuevos paradigmas y estilos de vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario