viernes, 17 de diciembre de 2010

REFLEXIONES SOBRE “NECESIDAD DE UN NUEVO PARADIGMA EPISTEMICO” DE MIGUEL ANGEL MARTINEZ


ANTOLINEZ, NANCY. ARROYO, BORIS. GARCIA, SANDRA

El gran avance científico y tecnológico que inició en el siglo XX y el cual parece no tener límites, hace que los modelos epistemológicos tradicionales con los que se trata de explicar la realidad sean insuficientes, aunque se creían objetivos, rigurosos, lógicos y verificables; no solamente por el hecho en sí de no poder aprehender la esencia de la verdad, sino incluso porque inhibe la integración y el avance de las distintas áreas de conocimientos.

Se ha ido generando una nueva sensibilidad o racionalidad emergente que tiende a integrar dialécticamente el pensamiento lógico, calculista, secuencial del hemisferio izquierdo cerebral con la actividad global, emocional, reflexiva, analógica propia del hemisferio derecho, una racionalidad equilibrada, presente en las distintas teorías modernas del pensamiento como la teoría crítica, la desconstruccionista y la hermenéutica, entre otras, y también vigente en las orientaciones metodológicas más recientes como las metodologías cualitativas y la teoría de las representaciones sociales. En todas ellas existen diferencias pero también grandes coincidencias como la creencia de diferentes lógicas, su valoración del racionalismo crítico y su énfasis en la subjetividad que hace que todo conocimiento se considere solamente una verdad local. Hay un deseo de ir más allá de lo actual, de establecer una verdad pluralista ya que la realidad no tiene medida y desborda al pensamiento humano.

Un paradigma científico según Morín (1982) es la constitución de teorías y la producción de los discursos de los miembros de una comunidad científica determinada, detrás de cada paradigma se esconde una matriz epistémica, ésta consiste en el modo propio y peculiar que tiene un grupo humano de asignar significados a las cosas y a los eventos, en su capacidad y forma de simbolizar la realidad o condiciones del pensar. En este sentido, los científicos mantienen un gran grupo de creencias que permite ver y comprender la realidad de determinada manera y estas ideas las mantienen, expresan y sustentan debido a su creencia en ella y al discutirlas o debatirlas surgen con todo ello grandes ideas, pensamientos asignando significado a cada uno de éstos lo que viene a constituir esa matriz epistémica de la que anteriormente se habla.

Prigogine, por su parte, plantea que la objetividad científica de la que tanto alardean los métodos clásicos del conocimiento no tiene sentido si niegan la relación que tienen entre sí los entes del mundo y califican simplemente de subjetivos los saberes que permiten la comprensión de los fenómenos que interrogan en busca de la realidad. La Neurociencia al respecto ha sido significativa en cada uno de sus aportes, siendo quizá el más relevante el que explica cómo se atribuyen significados. Señala que antes de que se haga consciente cada idea del mundo que nos rodea, ésta ya ha sido pensada infinidad de veces ubicándola en diversos contextos de nuestro acervo con la finalidad de asignarle un significado. No obstante, tal significado siempre es acorde con la estructura cerebral que lo construye, dependiendo de un cúmulo de valores, creencias, vivencias, ideales, temores,... de quién piensa, o dicho de otras palabras dependiente de cada mundo interior.

Por ello cada conocimiento tiene un objeto por conocer que aporta propiedades externas y un sujeto activo que conoce con su carga personal de ideas y experiencias previas, por lo que todo conocimiento siempre es subjetivo. El componente exterior tendrá más fuerza cuando el objeto en estudio sea material, más si no es así, en el mundo de las emociones y sentimientos, la carga o componente interior siempre será predominante, sin embargo estos componentes están en constante dialéctica, interior-exterior, sujeto-objeto, para dar significado al conocimiento, lo que invalida también la teoría constructivista, en su postura que en la construcción del conocimiento aparta toda propiedad del objeto, atribuyendo al conocimiento sólo la acción o aporte que hace el sujeto.

Todo apunta pues a la necesidad de crear un nuevo paradigma holístico, donde el modelo dialéctico sustituya al modelo especular. Un paradigma que capte las sinergias de las partes y la influencia que ejerce el todo en cada una de ellas para la comprensión de la realidad, tomando en cuenta la utopía de la objetividad dado de que el ser humano es prejuicioso y no puede deslastrarse de sus vivencias al analizar un objeto en estudio y, además, que las propiedades y relaciones del objeto con el sujeto que estudia y su entorno tienen también influencia en el análisis mismo. Este nuevo paradigma debe ser lo suficientemente amplio para permitir el concurso de las diferencias en la desconstrucción del consenso, propiciando la evolución de las redes disciplinares en el conocimiento de la ciencia. Un paradigma que sea capaz de integrar e interpretar la complejidad del todo como un sistema.

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